Por el Dr. Enrique Jadad, especialista en Rehabilitación Oral, investigador y conferencista.
¿Será posible que la enfermedad de Alzheimer pueda ser originada por una infección bucal tan común como lo es la periodontitis?
Por muchos años se ha sospechado acerca de la relación entre enfermedad periodontal y el Alzheimer, recientemente se han encontrado nuevas y certeras evidencias que le brindan soporte bastante importante a esta teoría. Un artículo que fue publicado recientemente por la revista científica Science Advances presenta estudios de laboratorio y clínicos que nos muestran cómo funcionan los mecanismos con los que las Porphyromonas gingivalis, el patógeno más asociado con la periodontitis, podría ser el responsable en la aparición de la enfermedad de Alzheimer.
La periodontitis es una enfermedad inflamatoria, de etiología infecciosa (bacterias), que afecta los tejidos de soporte dentario provocando su destrucción y, en ausencia de tratamiento, la pérdida de los dientes. Por su parte, la enfermedad de Alzheimer sigue siendo un misterio para la medicina y ocasiona un gran número de casos de demencia a nivel orbital sin que se le haya podido atribuir una causa probada y puntual. A medida que la población envejece, la enfermedad de Alzheimer se ha venido incrementado exponencialmente hasta el punto de convertirse en la quinta causa de muerte reportada mundialmente.
La posible asociación entre periodontitis y enfermedad de Alzheimer se ha planteado desde hace tiempo, podría decirse que es de doble vía: por un lado, se puede percibir que el deterioro cognitivo progresivo de los pacientes afectados limitaría sus hábitos de higiene oral, con el subsecuente desarrollo de enfermedades periodontales, y por otro lado, al presentarse un proceso inmuno-inflamatorio crónico e inflamación sistémica secundaria a la periodontitis se podrían inducir fenómenos neuro-inflamatorios que favorecen el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Esta última hipótesis es la que se ha demostrado en la serie de estudios que se detallan en varios artículos que han sido publicados recientemente. En estos documentos se explica claramente cómo una bacteria patógenaligada, como lo es la Porphyromonas gingivalis, se ha hallado en casos de periodontitis y es responsable por sus toxinas liberadas, las gingipaínas, de reproducir los procesos infecciosos asociados a la enfermedad de Alzheimer en diferentes estudios realizados, tanto en animales como en humanos.
Revisamos otro artículo relevante que habla de la relación entre enfermedad periodontal y enfermedad de Alzheimer, que se titula: “¿El cepillado de los dientes puede influir en la enfermedad de Alzheimer?”. Su autora, la investigadora británica Nicola West, revisa la evidencia sobre la coexistencia tanto de enfermedad periodontal como de la enfermedad de Alzheimer. Expresa las posibles razones por las que la periodontitis puede generar una serie de situaciones que lleva a los pacientes finalmente a padecer la enfermedad de Alzheimer.
La bacteria Porphyromona gingivalis
Dentro de los patógenos que se han asociado con la enfermedad de Alzheimer se debe citar a la Porphyromona gingivalis, una bacteria implicada en las infecciones gingivales y periodontales, que también se puede encontrar en niveles bajos en el 25% de los individuos sanos sin enfermedad oral; se identificó en el cerebro de pacientes con enfermedad de Alzheimer. La Porphyromona gingivalis es una bacteria anaerobia, sus principales factores de patogenicidad son las enzimas proteolíticas llamadas gingipaínas, enzimas que son esenciales para su supervivencia y patogenicidad, que juegan un rol esencial en la colonización, la inactivación de las defensas, la adquisición de hierro y nutrientes a través de la destrucción de los tejidos del huésped.
En un estudio reciente realizado por Cortexyme, una empresa farmacéutica en San Francisco, California, que se encuentra encargada del desarrollo de los inhibidores de la gingipaína, reportó en la revista Science Advances haber encontrado gingipaínas en el 96% de las 54 muestras de cerebro de Alzheimer que examinaron e indicaron la presencia de la bacteria en el ADN de los tres cerebros que examinaron.
Los responsables de esta investigación, Stephen S. Dominy y Casey Lynch, trabajan para la empresa Cortexyme y han liderado a un grupo de investigadores de universidades de cinco países diferentes: EE.UU., Australia, Nueva Zelanda, Polonia y Noruega. Estas naciones y sus investigadores aportaron diferentes estudios cargados de suficiente evidencia que nos lleva a comprender la etiología de la enfermedad de Alzheimer, la idea final es poder plantear tratamientos novedosos, así como efectivos, en los que se haga especial énfasis en la necesidad de cuidar la salud periodontal de los pacientes.
Dominy afirma que los agentes infecciosos han estado involucrados en el desarrollo y la progresión del Alzheimer desde mucho tiempo atrás, pero la evidencia de su implicación no había sido muy convincente. Ya con estos hallazgos se tienen pruebas contundentes que relacionan íntimamente a la bacteria Porphyromonas gingivalis con esta enfermedad. Este mismo equipo hace unos años había descubierto que las bacterias Porphyromonas gingivalis invaden los cerebros de ratones con infecciones de las encías, sumaron en este nuevo estudio la demostración de que las gingipaínas bloquean la proteína tau, lo que les permite degenerar y matar neuronas hasta causar demencia.
Varios equipos de investigación han evaluado la patogenicidad de la Porphyromonas gingivalis y han descubierto que son capaces de invadir e inflamar las regiones cerebrales afectadas por el Alzheimer. Además, comprobaron que las infecciones de las encías pueden empeorar los síntomas en ratones con Alzheimer y asimismo pueden causar inflamación cerebral similar al Alzheimer, daño neural y placas amiloides en ratones sanos.
Se ha visto la presencia de bacterias asociadas a la enfermedad gingival en los exámenes postmortem de cerebros de las pacientes con Alzheimer que, además, han mostrado grados variables de neuroinflamación, pero hasta ahora no estaba claro si estas bacterias causan la enfermedad o penetraban secundariamente a causa del daño cerebral existente. Estas bacterias y sus enzimas se encontraron en niveles más altos en aquellos pacientes que habían experimentado un mayor deterioro cognitivo y que presentaban acumulaciones de amiloide y tau.
El equipo también encontró la bacteria en el líquido cefalorraquídeo (LCR) de personas con Alzheimer. Cuando este equipo transmitió la enfermedad de las encías a ratones, provocó una infección cerebral con producción de amiloide, marañas de proteína tau y daño neuronal en las regiones y nervios que son usualmente afectados por el Alzheimer. Los modelos de infección oral de ratones con Porphyromonas gingivalis dieron como resultado una infección cerebral y la activación de la vía del complemento (un tipo de respuesta inmunitaria), que no ocurrió con otras dos bacterias presentes en la cavidad oral. Los responsables de estas investigaciones aseguran que la clave está en la identificación de antígenos de gingipaína en un muestreo a doble vía, esto quiere decir que se deben tomar muestras tanto de los cerebros de pacientes diagnosticados de enfermedad de Alzheimer, como de aquellos con enfermedad periodontal sin que hayan sido diagnosticados de demencia o Alzheimer.
Los investigadores sugieren que la infección cerebral con Porphyromonas gingivalis no es generada por un deficiente manejo de la salud oral después del inicio de la demencia o una consecuencia de la enfermedad, sino un evento de aparición temprana que puede explicar la patología encontrada en personas de mediana edad antes del deterioro mental.
Conclusiones
En todas las investigaciones que relacionan la enfermedad periodontal con la enfermedad de Alzheimer se maneja la hipótesis de que la infección por Porphyromonas gingivalis actúa en la patogénesis de la enfermedad de Alzheimer a través de la secreción de gingipaínas para promover el daño neuronal. También, encontraron que la reactividad inmunológica de la gingipaína en cerebros con Alzheimer fue significativamente más elevada, comparativamente con los cerebros de individuos sin Alzheimer. Esto lo explica la investigadora Casey Lynch: “La enfermedad de Alzhe imer afecta a las personas que acumulan gingipaínas y daños en el cerebro lo suficientemente rápido como para desarrollar síntomas durante su vida, creemos que esta es una hipótesis universal de la patogénesis”.
Se ha detectado la presencia de ADN de Porphyromonas gingivalis en los cerebros de ratones y cadáveres de pacientes con enfermedad de Alzheimer, así como en el líquido cefalorraquídeo de los sujetos vivos diagnosticados con Alzheimer. Esto sugiere que el ADN de las Porphyromonas gingivalis en el líquido cefalorraquídeo puede servir como un marcador específico de diagnóstico diferencial con otras patologías neurodegenerativas.
Estos descubrimientos con base a la patogénesis de la Porphyromonas gingivalis y la presencia de la enfermedad de Alzheimer han llevado a un equipo de investigaciones en Melbourne, Australia, a trabajar incansablemente en el desarrollo de una vacuna contra esta bacteria, las pruebas de esta nueva vacuna comenzaron en 2018. Con el desarrollo de esta vacuna se daría un gran aporte a la salud y a la ciencia dado que se podría prevenir o detener esta mortal enfermedad, lo que se traduciría en un adelanto científico a nivel mundial. Quiero con estos conceptos que estamos compartiendo con la comunidad odontológica crear conciencia en torno a la realización de una práctica enmarcada en la ética y la odontología mínimamente invasiva, expreso esto por el desbordamiento inimaginable de tratamientos basados en implantes y procedimientos estéticos como los mal llamados diseños de sonrisas que se basan en carillas directas en resinas o los denominados lentes de contacto dentales. El tema es crear conciencia para evitar la presencia de enfermedad periodontal, y manejar a los pacientes de manera integral, pensando en los resultados a mediano y largo plazo, y jamás ver esto de manera inmediatista, como dije hace unos años: “La odontología es mucho más que implantes, resinas y blanqueamientos”.
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