De los palillos al hilo de nailon, así fue el devenir de un elemento que contribuyó a la salud bucal de la población
Ya en la Prehistoria se encuentran vestigios de materiales parecidos al hilo de seda y también de palillos para limpiar el espacio interdental. Pero fue el Dr. Levi Spear Parmly (1790–1859), un odontólogo estadounidense, quien a principios del siglo XIX creó el hilo dental. Recomendaba a sus pacientes limpiarse entre los dientes con hilo de seda, lo que resultó una técnica inovadora en la época. En ese tiempo el hilo venía en unos carretes poco manejables y había que cortarlo con navaja.
En 1870, Asahel Shurtleff contribuyó a facilitar el uso del hilo dental al patentar su primer dispensador: una bobina con la punta en forma de U que funcionaba como una diminuta mano de metal que guiaba el hilo entre los dientes. En 1882, la empresa Codman & Shurtleft apostó por este producto y lo sacó al mercado.
En la década de 1940, se creó el hilo de nailon con las ventajas de que era más resistente y más elástico, y su uso se fue generalizándose.
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