¿Cuáles son las causas que generan la alergia al látex?
La causa es la exposición a las proteínas que contienen los productos elaborados con látex de caucho natural, sobre todo los más alergénicos como guantes, preservativos, globos, goma dique, banditas elásticas, sondas, catéteres, adhesivos, entre otros. Estas proteínas son responsables de los procesos de sensibilización y alergia, que son las dos fases de esta patología cuyo período de latencia y expresividad clínica es muy variable de persona a persona, y puede producirse en cualquier individuo expuesto al látex de manera precoz y/o reiterada por contacto directo o indirecto, por ingestión y/o por inhalación de sus partículas aerosolizadas en el ambiente a través de las vías cutánea, percutánea, serosa, mucosa, inhalatoria, digestiva, sanguínea.
Los odontólogos, ¿tienen mayor prevalencia de enfermedad por látex?
El estudio de la etiología de la alergia ha evidenciado que, en general, cuanto mayor es la exposición a un alérgeno en una población, existe mayor riesgo de que se sensibilice a ese alérgeno. En cuanto al látex, los odontólogos son uno de los grupos con más posibilidad de desarrollar alergia por la frecuente exposición a gran cantidad de productos, dispositivos, medicamentos y materiales de látex o que lo contienen desde el inicio de la carrera de grado. La prevalencia de sensibilización es alta y oscila entre el 3% (a poco de iniciar la facultad) y el 38%.
¿Cómo afecta la vida del profesional el padecer este tipo de alergia?
De muchas maneras. Mientras nos estamos sensibilizando y durante todo el período de latencia hasta que se desarrolla la alergia, no tenemos ningún síntoma; no nos damos cuenta de que nos estamos enfermando. Una vez que se produce la fase de efecto -de alergia propiamente dicha- no hay vuelta atrás: la alergia al látex se vuelve crónica, progresiva, evolutiva, irreversible y potencialmente fatal. Un gran problema es que como las reacciones son tan variadas, hasta que arribamos a un diagnóstico puede pasar mucho tiempo porque no las asociamos a la exposición al látex. Pero cuando nos diagnostican, y aparecen los cuadros más severos, empezamos a vivir con miedo porque no hay más tratamiento que evitar de forma estricta el látex. ¡Y el látex está en todas partes! En nuestro país, en las carreras de grado, posgrado y en el ejercicio profesional hospitalario, esta enfermedad es excluyente y sumamente discriminatoria. Esto conduce, en muchas ocasiones, a que quienes la adquieren lo oculten con el alto costo que significa para su salud física y psíquica. Cambiar guantes de látex por los de nitrilo en forma individual, no es una solución porque el látex es un aeroalérgeno respirable, imposible de evitar si otros lo usan en el mismo espacio. La disyuntiva es permanecer en el ámbito laboral o de estudio a sabiendas de que la enfermedad empeorará con riesgo de sufrir anafilaxia potencialmente fatal, o irse y abandonar la formación y la carrera con todo lo que ello implica. La enfermedad por látex afecta a todos los aspectos de la vida: conseguir y comprar autoinyectores de adrenalina, medicación de rescate y productos libres de látex, hacerse estudios diagnósticos, recibir atención médica o vacunarse, conseguir trabajo, hacer un deporte, asistir a eventos culturales, tomar un avión, salir de vacaciones, se vuelven grandes desafíos que exigen muchas horas de averiguaciones, programación y pedidos especiales e implican enormes gastos, grandes frustraciones y, en la mayoría de los casos, una enorme sensación de desamparo y soledad.
¿Existen políticas en la Argentina tendientes a mitigar este problema?
No. En la última década, debido a la presión hecha por un grupo de profesionales de la salud, hubo algunos avances en la normativa, tendientes a identificar los productos médicos de látex natural, para poder minimizar eventos de anafilaxia intraoperatorios en los pacientes de algunos grupos de riesgo como son los niños con anomalías congénitas; pero, están muy lejos de lograr los cambios que se necesitan para resolver este serio problema. La única forma de que esta patología pase a ser un problema de salud pública histórico es mediante políticas de prevención primaria. La conversión a instituciones y ambientes seguros sin látex y a materiales libres de látex fue la estrategia que utilizaron los países centrales a partir de la epidemia de alergia al látex de la década de 1990, con excelentes resultados tanto para la población general como para los trabajadores. La existencia y desarrollo de materiales sintéticos substitutos del látex natural, con iguales o mejores propiedades pero sin sus peligrosas proteínas, posibilita la erradicación del látex al menos de ámbitos de salud, educación e industrias alimentaria y farmacéutica. Un material tan dañino no debería ser ubicuo. Paralelamente, nada se logra sin educación, concientización, difusión o sin brindar la información correcta y completa desde los más altos estamentos y también de manera horizontal. En este sentido los odontólogos, como profesionales de la salud, tenemos la obligación moral de convertirnos en agentes de cambio.
¿Hay datos sobre la prevalencia de esta enfermedad entre odontólogos argentinos?
En la Argentina, no existen estudios multicéntricos sobre ningún grupo de riesgo. Específicamente, hay un trabajo preliminar sobre odontólogos, técnicos y auxiliares del servicio de un hospital de alta complejidad, cuyos resultados coinciden con los realizados en otros países. Conocer la prevalencia aportaría los datos que nos requieren las autoridades del Ministerio de Salud la Nación para implementar políticas sanitarias de prevención primaria, secundaria y terciaria de esta patología, que es 100% prevenible en el colectivo odontológico. Sería una herramienta para lograr la financiación de estudios de sensibilización y alergia al látex entre colegas a fin de hacer una detección precoz y/o minimizar las tasas de morbimortalidad; nos daría un argumento sólido para exigir su incorporación en el listado de enfermedades crónicas y en el de profesionales a fin de poder proteger a aquellos en estadíos más avanzados de esta entidad nosológica; sería un respaldo para justificar normativa y leyes que nos amparen, así como una evidencia elocuente que llevaría a la academia (facultades e instituciones educativas) a incluir el tema de manera transversal en los programas de grado y posgrado y a desarrollar normas que protejan a alumnos, docentes y no docentes. En un sentido más individual, serviría para que cada profesional rebobine rápidamente y revise su historia de exposición y manifestaciones clínicas compatibles con la enfermedad, para tomar conciencia y prevenir una potencial situación muy dramática; el shock anafiláctico intraoperatorio.
¿Por qué esta enfermedad está tan poco difundida entre quienes más afecta?
Por un lado, por desconocimiento por parte de quienes deben impartir la educación. Esta enfermedad puede permanecer silente o manifestarse muy inocentemente durante muchos años, y esto hace que se la subestime o, directamente, que se la subdiagnostique. En general, quienes empiezan con los primeros síntomas en piel, aun cuando pertenezcan al ámbito académico, piensan que es solo una cuestión de guantes y cambian ese producto en forma personal; tal vez durante un tiempo andan bien, sin vincular otras manifestaciones como las respiratorias altas y bajas, génito-urinarias, gastrointestinales, oculares, nerviosas o cardiovasculares con el agente causal que las produce, que puede ser el látex. No saben que ésta es una enfermedad ambiental que progresa; a veces, no han escuchado siquiera hablar de ella. Lo que no se conoce, no se busca, y lo que no se busca, no se encuentra; ergo, la enfermedad no existe, y algo que no existe, no necesita ser modificado, ni comunicado, ni difundido. Por otro lado, porque el lobby del caucho es muy fuerte, mueve enormes intereses económicos, y no hay voluntad de hacer una conversión a instituciones, industria, ambientes y productos inocuos. Disfrazan al látex natural con palabras y expresiones marketineras para seguir vendiéndolo y sacando rédito. Desinforman y malinforman en pos de esto. Y, finalmente, por el preconcepto a niveles directivos de que la conversión a una odontología segura en ambientes limpios de látex y con materiales libres de látex, implica mayores costos. Esto es una trampa porque el costo de crear una odontología segura sin látex, es menor que el de responder a la discapacidad que produce la alergia, si se tienen en cuenta la morbimortalidad de los pacientes, de los odontólogos y auxiliares y los cambios en la calidad de vida, el aumento de los costos de salud para tratar los casos de sensibilización y alergia al látex, los eventuales procesos legales (que ya los hay) tanto de los pacientes como de los trabajadores, avalados por la evidencia científica.
¿Cuál es el rol del odontólogo frente al paciente?
Nosotros pertenecemos al mundo científico y tenemos que hacernos responsables de conocer todos los materiales que usamos y sus efectos nocivos sobre la salud humana, para poder cambiar lo que haya que cambiar para prevenir, para no generar daño. Si podemos entender qué es un microorganismo, tenemos que poder entender y dimensionar qué es una partícula. Porque estas partículas de látex que se liberan al aire interior de los lugares donde trabajamos cada vez que nos ponemos y nos sacamos un guante, cada vez que usamos una goma dique, las generamos nosotros, las respiramos nosotros y se las hacemos respirar a nuestros pacientes. Debemos comprender a fondo de qué se trata esta patología, cada vez más prevalente, para hacer las preguntas que nos ayuden a derivar a nuestros pacientes a los especialistas en alergia e inmunología que puedan hacer una detección temprana de una enfermedad que es potencialmente mortal.
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