La joven habla sobre su formación en París, de cómo accedió a un máster y diplomatura. Destaca que lo más enriquecedor fue el intercambio cultural y el crecimiento personal
- “Mi nombre es Sofía Martínez Ponce, tengo 32 años. Soy de Salta y vivo en Córdoba donde estudié odontología. Me recibí en 2015 y luego comencé mi formación de posgrado en endodoncia; en 2017 inicié la especialización en Endodoncia en la Universidad Católica de Córdoba y finalicé en 2020. En 2015, al mismo tiempo, empecé a formarme en estomatología con el Dr. Héctor Lanfranchi en Buenos Aires y en Córdoba, en la cátedra de Estomatología de la Dra. Silvia López de Blanc, con quien trabajo hasta hoy”.
- “Siempre tuve el deseo de irme a estudiar afuera. En 2017, con mi novio decidimos hacerlo y Francia nos parecía un excelente destino. Después de varias averiguaciones supe que este país contaba con una entidad que se llama Campus France, que nuclea a los estudiantes que quieren formarse allá. Me contacté y pude postularme a una diplomatura en cáncer bucal en el Hospital Gustave Roussy, un centro muy importante de cáncer, pero para acceder a una visa de estudio en Francia primero necesitaba ser aceptada en un master o doctorado, me topé con muchas trabas porque el proceso es engorroso. Si bien es algo factible, hay que ponerle muchas ganas”.
- “En la Universidad de París, en la Faculté de Chirurgie Dentaire, dictan el master Mention Santé. La Dra. López de Blanc me redactó la carta de recomendación. Tal vez, en la Argentina no sabemos valorar estas cuestiones, pero en Francia tener una carta de recomendación de un titular de cátedra es algo muy importante”.
- “Mi nombre es Sofía Martínez Ponce, tengo 32 años. Soy de Salta y vivo en Córdoba donde estudié odontología. Me recibí en 2015 y luego comencé mi formación de posgrado en endodoncia; en 2017 inicié la especialización en Endodoncia en la Universidad Católica de Córdoba y finalicé en 2020. En 2015, al mismo tiempo, empecé a formarme en estomatología con el Dr. Héctor Lanfranchi en Buenos Aires y en Córdoba, en la cátedra de Estomatología de la Dra. Silvia López de Blanc, con quien trabajo hasta hoy”.
- “Siempre tuve el deseo de irme a estudiar afuera. En 2017, con mi novio decidimos hacerlo y Francia nos parecía un excelente destino. Después de varias averiguaciones supe que este país contaba con una entidad que se llama Campus France, que nuclea a los estudiantes que quieren formarse allá. Me contacté y pude postularme a una diplomatura en cáncer bucal en el Hospital Gustave Roussy, un centro muy importante de cáncer, pero para acceder a una visa de estudio en Francia primero necesitaba ser aceptada en un master o doctorado, me topé con muchas trabas porque el proceso es engorroso. Si bien es algo factible, hay que ponerle muchas ganas”.
- “En la Universidad de París, en la Faculté de Chirurgie Dentaire, dictan el master Mention Santé. La Dra. López de Blanc me redactó la carta de recomendación. Tal vez, en la Argentina no sabemos valorar estas cuestiones, pero en Francia tener una carta de recomendación de un titular de cátedra es algo muy importante”.
- “En marzo de 2020 se declaró la pandemia pero logramos alojarnos en la Citté Internationale Universitaire, que cuenta con casas de casi todos los países. Es un lugar precioso, la Casa Argentina tiene el estilo de una casona de campo antigua y depende del Ministerio de Educación de nuestro país y para acceder al alojamiento, hay que realizar la postulación en ese organismo. Vivimos súper contenidos porque estaba lleno de argentinos”.
- “En Francia cuentan con programas para estudiantes porque fomentan muchísimo el intercambio cultural. La visa de estudio implica reducción en impuestos, descuentos en el comedor universitario, acceso al sistema de salud y permiso para abrir cuenta bancaria. Hay todo un sistema para ayudar a los estudiantes extranjeros”.
- “Llegué en octubre 2020 y me tuve que inscribir en dos universidades distintas: una la que emitiría el diploma de la formación, la Universidad Siècle de París; la otra, la Universidad de París para el master. Las primeras clases fueron presenciales, luego, por el confinamiento pasaron a virtuales; y finalmente, retomamos la presencialidad”.
- “El sistema de evaluación es muy interesante porque cuando vas a rendir te dan un block de hojas con las preguntas impresas y en la esquina donde vos pones tus datos tiene un sticker que oculta tu identidad, es decir que los profesores no saben de quien es el examen cuando lo corrigen. Recién se abre cuando te entregan las notas, por lo que no sabían quién era yo ni que era extranjera”.
- “Es impresionante la cantidad de doctorados que ofrecen y de trabajos de investigación que realizan, fomentan muchísimo este tipo de formación; tienen presupuesto para los estudiantes que realizan doctorados y para financiar sus líneas de investigación”.
- “Muchos profesores se sorprendieron de que como argentina me hayan aceptado; pero cuando les hablaba de mi formación, entendían que por mi currículum el comité me había admitido. Creo que valoraron la capacitación que hice en la Argentina”.
- “De todos modos, aunque ellos tengan líneas de investigación muy vigentes en endodoncia, no sentí que estemos demasiado atrasados. Al contrario, de mis compañeros, era la que más sabia, contaba con muchísimos buenos conceptos”.
- “Toda la formación transcurre en los hospitales. El sistema de salud incluye en casi todos los hospitales un servicio de odontología en donde los alumnos hacen su parte clínica. Hay boxes que son como mini consultorios y se les entrega a los estudiantes un ambo descartable, y pueden solicitar en Enfermería el kit para operatoria: turbina, contra ángulo y todo el instrumental. Al finalizar, tuve que hacer una tesis de mi master sobre mi experiencia en el área clínica”.
- “Con la visa te dan acceso a trabajar hasta veinte horas semanales. Esto te permite ganar la mitad de un salario. No pude ejercer como odontóloga porque es ilegal sin validar el título ni como asistente dental porque para eso necesitaba un título como tal. Tuve la fortuna de conocer a un odontólogo que tenía su consultorio privado en París y se interesó mucho en que trabajara con él. Hice un poco de todo. Los franceses respetan a rajatabla los derechos laborales. Acceder a ese trabajo, me permitió tener vacaciones pagas. Es muy difícil conseguir trabajo en negro y eso es lo correcto. El consultorio era Disney para mí porque tenía muchísimo equipamiento. Ahí entendí que la gran diferencia entre un profesional de acá y otro del primer mundo es el acceso a la tecnología porque ellos para comprar esos equipos cuentan con las facilidades que le otorga el colegio odontológico”.
- “Solo los que son especialistas trabajan fuera de la Assistance Publique y cobran honorarios aparte; sino no podes porque la odontología está integrada al programa médico. El paciente tiene una tarjeta de acceso a la salud con chip y cuando la pasa al momento de atenderse, es como si pagara la prestación; el odontólogo cobra a través de la Assistance Publique. El paciente no abona un peso de las prestaciones básicas y hay otras que tienen un coseguro. El paciente no paga mucho y el odontólogo cobra lo que corresponde porque las mutuales pagan bastante bien. Es similar a nuestro sistema, solo que mejor remunerado. Pero es igual de burocrático como cuando nosotros debemos facturarles a las obras sociales”.
“Lo que me voló la cabeza fue el hecho de que el odontólogo forma parte del equipo interdisciplinario, es parte fundamental como lo es el cirujano, el radioterapeuta o como cualquier otro profesional. Hay un día en la semana en el que se reúne todo el equipo y se hace como una revista de sala, y a partir del diagnóstico oncológico del paciente se evalúa el tratamiento. Nunca lo había visto y no creo verlo por lo pronto en la Argentina; sin embargo, comprendí lo importante que es introducir al estomatólogo y al odontólogo en los servicios”.
“Volví con muchas ideas. El Dr. Lanfranchi si viviera estoy segura que estaría muy orgulloso de la formación que logré. A él tengo que agradecerle mucho porque en algún punto sembró en mí la semillita de buscar constantemente crecer en la profesión y no estancarse, no solo adquirir conocimientos para mí, sino brindarlos a la sociedad, a tu comunidad o a tu universidad”.
“Aprendí mucho sobre la cultura, el idioma, la gente, la forma en que atienden a los pacientes y me parece que nosotros somos mucho más humanos en el trato”.
“Hay pocos profesionales en Francia porque si bien la universidad es pública, el ingreso a Odontología no es fácil. Hasta el día de hoy me siguen llegando propuestas laborales como odontóloga en París, pero no era mi proyecto quedarme a vivir allá ni validar mi diploma”.
“París fue como vivir en un museo pero sin dudas, lo más positivo de la experiencia fue conocer otras realidades y culturas y valorar lo que tenemos. Extrañaba mucho la calidez de acá. Me costó enormemente hacer amigos, sobre todo franceses; demoré ocho meses en hacerme un amigo francés. Son muy fríos, distantes y a pesar de que París es una ciudad cosmopolita, los parisinos son complejos”.
“Desde mi humilde lugar, recomiendo a toda persona que tenga la oportunidad de hacerlo, que estudie en el exterior. Fue la experiencia más linda que tuve en mi vida, sin desconocer que también hubo días complicados y frustrantes, pero valió la pena. Vivir en Francia, en una potencia mundial, donde el Estado es realmente tal, fue también aprender a respetar y comprender la democracia, a valorar nuestro país y querer nuestra cultura”.
- “En marzo de 2020 se declaró la pandemia pero logramos alojarnos en la Citté Internationale Universitaire, que cuenta con casas de casi todos los países. Es un lugar precioso, la Casa Argentina tiene el estilo de una casona de campo antigua y depende del Ministerio de Educación de nuestro país y para acceder al alojamiento, hay que realizar la postulación en ese organismo. Vivimos súper contenidos porque estaba lleno de argentinos”.
“En Francia cuentan con programas para estudiantes porque fomentan muchísimo el intercambio cultural. La visa de estudio implica reducción en impuestos, descuentos en el comedor universitario, acceso al sistema de salud y permiso para abrir cuenta bancaria. Hay todo un sistema para ayudar a los estudiantes extranjeros”.
Llegué en octubre 2020 y me tuve que inscribir en dos universidades distintas: una la que emitiría el diploma de la formación, la Universidad Siècle de París; la otra, la Universidad de París para el master. Las primeras clases fueron presenciales, luego, por el confinamiento pasaron a virtuales; y finalmente, retomamos la presencialidad”.
“El sistema de evaluación es muy interesante porque cuando vas a rendir te dan un block de hojas con las preguntas impresas y en la esquina donde vos pones tus datos tiene un sticker que oculta tu identidad, es decir que los profesores no saben de quien es el examen cuando lo corrigen. Recién se abre cuando te entregan las notas, por lo que no sabían quién era yo ni que era extranjera”.
“Es impresionante la cantidad de doctorados que ofrecen y de trabajos de investigación que realizan, fomentan muchísimo este tipo de formación; tienen presupuesto para los estudiantes que realizan doctorados y para financiar sus líneas de investigación”.
“Muchos profesores se sorprendieron de que como argentina me hayan aceptado; pero cuando les hablaba de mi formación, entendían que por mi currículum el comité me había admitido. Creo que valoraron la capacitación que hice en la Argentina”.
“De todos modos, aunque ellos tengan líneas de investigación muy vigentes en endodoncia, no sentí que estemos demasiado atrasados. Al contrario, de mis compañeros, era la que más sabia, contaba con muchísimos buenos conceptos”.
“Toda la formación transcurre en los hospitales. El sistema de salud incluye en casi todos los hospitales un servicio de odontología en donde los alumnos hacen su parte clínica. Hay boxes que son como mini consultorios y se les entrega a los estudiantes un ambo descartable, y pueden solicitar en Enfermería el kit para operatoria: turbina, contra ángulo y todo el instrumental. Al finalizar, tuve que hacer una tesis de mi master sobre mi experiencia en el área clínica”.
“Con la visa te dan acceso a trabajar hasta veinte horas semanales. Esto te permite ganar la mitad de un salario. No pude ejercer como odontóloga porque es ilegal sin validar el título ni como asistente dental porque para eso necesitaba un título como tal. Tuve la fortuna de conocer a un odontólogo que tenía su consultorio privado en París y se interesó mucho en que trabajara con él. Hice un poco de todo. Los franceses respetan a rajatabla los derechos laborales. Acceder a ese trabajo, me permitió tener vacaciones pagas. Es muy difícil conseguir trabajo en negro y eso es lo correcto. El consultorio era Disney para mí porque tenía muchísimo equipamiento. Ahí entendí que la gran diferencia entre un profesional de acá y otro del primer mundo es el acceso a la tecnología porque ellos para comprar esos equipos cuentan con las facilidades que le otorga el colegio odontológico”.
“Solo los que son especialistas trabajan fuera de la Assistance Publique y cobran honorarios aparte; sino no podes porque la odontología está integrada al programa médico. El paciente tiene una tarjeta de acceso a la salud con chip y cuando la pasa al momento de atenderse, es como si pagara la prestación; el odontólogo cobra a través de la Assistance Publique. El paciente no abona un peso de las prestaciones básicas y hay otras que tienen un coseguro. El paciente no paga mucho y el odontólogo cobra lo que corresponde porque las mutuales pagan bastante bien. Es similar a nuestro sistema, solo que mejor remunerado. Pero es igual de burocrático como cuando nosotros debemos facturarles a las obras sociales”.
“Lo que me voló la cabeza fue el hecho de que el odontólogo forma parte del equipo interdisciplinario, es parte fundamental como lo es el cirujano, el radioterapeuta o como cualquier otro profesional. Hay un día en la semana en el que se reúne todo el equipo y se hace como una revista de sala, y a partir del diagnóstico oncológico del paciente se evalúa el tratamiento. Nunca lo había visto y no creo verlo por lo pronto en la Argentina; sin embargo, comprendí lo importante que es introducir al estomatólogo y al odontólogo en los servicios”.
“Volví con muchas ideas. El Dr. Lanfranchi si viviera estoy segura que estaría muy orgulloso de la formación que logré. A él tengo que agradecerle mucho porque en algún punto sembró en mí la semillita de buscar constantemente crecer en la profesión y no estancarse, no solo adquirir conocimientos para mí, sino brindarlos a la sociedad, a tu comunidad o a tu universidad”.
“Aprendí mucho sobre la cultura, el idioma, la gente, la forma en que atienden a los pacientes y me parece que nosotros somos mucho más humanos en el trato”.
“Hay pocos profesionales en Francia porque si bien la universidad es pública, el ingreso a Odontología no es fácil. Hasta el día de hoy me siguen llegando propuestas laborales como odontóloga en París, pero no era mi proyecto quedarme a vivir allá ni validar mi diploma”.
“París fue como vivir en un museo pero sin dudas, lo más positivo de la experiencia fue conocer otras realidades y culturas y valorar lo que tenemos. Extrañaba mucho la calidez de acá. Me costó enormemente hacer amigos, sobre todo franceses; demoré ocho meses en hacerme un amigo francés. Son muy fríos, distantes y a pesar de que París es una ciudad cosmopolita, los parisinos son complejos”.
“Desde mi humilde lugar, recomiendo a toda persona que tenga la oportunidad de hacerlo, que estudie en el exterior. Fue la experiencia más linda que tuve en mi vida, sin desconocer que también hubo días complicados y frustrantes, pero valió la pena. Vivir en Francia, en una potencia mundial, donde el Estado es realmente tal, fue también aprender a respetar y comprender la democracia, a valorar nuestro país y querer nuestra cultura”.
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