Por Magister en Odontología Dra. Jorgelina Ulloque, coordinadora Nacional CNP de la CORA
Comienzan las clases y con ellas una serie de rutinas que las familias nos preocupamos por organizar a los fines de que los diferentes aspectos que hacen a la salud y bienestar de nuestros niños se vean básicamente satisfechos. Así cenar, bañarse y acostarse temprano; levantarse, lavarse la cara y los dientes; tomar el desayuno y salir a tiempo para la escuela, entre otras, son cuestiones que comienzan a ser parte de la complicada agenda que manejamos diariamente.
En esta rutina que uno toma con su familia es importante tener presente que, más allá de que las enfermedades bucales más prevalentes tienen origen bacteriano, se trata de afecciones multicausales, sobre todo el caso de caries dental.
Son numerosos los factores que intervienen en el proceso que termina con cavidades en los dientes, por lo cual sería muy valioso informarse al respecto para prevenir y mejorar la salud bucal sobre todo a edad temprana. En esta oportunidad, profundizaremos el tema de la higiene bucal.
El hábito de la higiene bucal
El hábito de la higiene bucal debe trabajarse desde pequeños, de modo que “ir a la cama con los dientes sucios” sea tan incómodo que tengamos que levantarnos a cepillarlos para entonces poder descansar en paz.
La higiene bucal debe realizarse desde que aparecen los primeros dientes en la boca del bebé, de tal modo que no solo ayudemos a preservar la salud de los dientes que van erupcionando, sino también comencemos tempranamente a inculcar el hábito del cepillado dental en los niños. La etapa escolar es clave, ya que son varias las cuestiones que entran en juego: un gran número de horas fuera de la casa (especialmente cuando los chicos se quedan en contraturnos o cuando asisten a escuelas de escolaridad doble); autonomía para el desarrollo de las acciones de higiene -en nuestro caso, la higiene bucal-; autonomía en la elección de las meriendas en el caso de que lleven dinero a la escuela; a lo que se suma la aparición y recambio de la dentición temporal hacia la permanente.
El cepillado y el rol de la escuela
El ideal es que los dientes se higienicen tres veces al día: después del desayuno, después del almuerzo y antes de acostarse. El más importante es el cepillado nocturno. En la época de clases, se complica el desarrollo del cepillado después de almorzar, sobre todo de los niños que comen en la escuela. En ese caso, es deseable que los chicos lleven el cepillo al colegio y puedan realizar la higiene bucal, siempre y cuando pueda garantizarse un ámbito de bioseguridad en el lugar donde vayan a realizarlo.
Muchas escuelas se están comprometiendo con esta cuestión básica que hace a la formación de los niños en hábitos saludables, de modo que promueven y facilitan la realización del lavado de manos antes de comer y de los dientes al terminar el almuerzo o merienda, lo cual es muy valioso. No es fácil asumir este desafío, porque a veces las particularidades de infraestructura, de tiempos o de personal para supervisar esta actividad no permiten concretarlo.
Pero lo cierto es que la higiene es un hábito que si no se practica, no se incorpora. Y en este punto la cuestión es que los chicos pasan muchas horas en la escuela.
El rol de los adultos
El cepillado debe ser supervisado por adultos, hasta que los niños adquieren el desarrollo psicomotriz que les permita eliminar totalmente los depósitos bacterianos aún de los lugares más complicados de abordar, y hasta que hayan asumido la responsabilidad en el cuidado de su propio cuerpo y que la higiene bucal no sea solo una rutina que hay que cumplir (lo más rápido posible en algunos casos) sino un hábito que ayude a preservar la salud y que debe realizarse de manera consciente y cuidadosa.
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